Miguel Kuan


Iván Ordóñez: ¿Desde cuándo le interesa hacer arte?

Miguel Kuan: Creo que desde mi casa me despertaron una sensibilidad por crear, me inculcaron ser recursivo al ver en objetos cotidianos posibles juguetes: cajas, jeringas, alambre. Un pedazo de algodón y cinta de enmascarar hacían un muñeco que se podía intervenir, por ejemplo. Eso siempre me ha gustado hacer, ha sido intuitivo. Cuando llegue a Bogotá a estudiar ingrese a arquitectura en la Nacional; me iba bien pero no me sentía cómodo, me gustaba experimentar con materiales en maquetas, de resto estaba condicionado por una funcionalidad y una economía espacial. Me saturé y desistí; me pase a artes plásticas en la misma universidad, era la única carrera que me imaginaba para seguir estudiando. Ahí me aproximé a una idea vaga de que era arte; estudiando hice de todo, probé muchas técnicas, un caos, nada concreto; no encontraba un verdadero sentido ni un interés propio. Casi al final de la carrera vi una materia que se llamaba arte en el espacio público, ahí cambio mucho mi mirada respecto al arte, era algo más próximo, multiforme. De ese cambio salió mi tesis que fue un caos total: anti-cubo blanco, sucia, densa; no me fue tan bien pero me gusto mucho; era un cuarto pequeño forrado con tela asfáltica, un video de recorridos que hacía en la noche por la zona industrial musicalizado con sonidos pesados, un tiraje de afiches con fotos de lo que me encontraba en esos recorridos que evidenciaban las características del lugar por fuera de sus horarios funcionales: los otros habitantes que la ocupaban, su arquitectura hermética, muros rematados con vidrios rotos o alambres de púa componían un no-lugar para los imaginarios de la ciudad, y uno más allá del uso del sector, un paisaje urbano diferente.

Cuando salí inicie una búsqueda más consciente, creo que por la necesidad de hacer algo y no tener ni idea que hacer. Desde ahí el interés ha sido algo más claro, mucho más personal, eso lo puedo ver ahora, retorné a lo que hacía de niño con materiales similares pero con esas y otras intenciones

I.O: ¿Qué problemas estéticos, ideológicos o conceptuales ha desarrollado en su trabajo?

M.K: El entorno, la ciudad, la basura. Construyo con materiales, mecanismos y sonidos residuales que recupero. Mi propuesta se origina desde la utilización de materiales desechados: con ellos pretendo mostrar una naturaleza salida de la basura; a veces me siento como una especie extraña de paisajista, un observador de una naturaleza un poco perversa, nacida de los residuos. Mi trabajo habla sobre cómo la naturaleza tiende a naturalizar lo artificial y cómo de la basura se puede originar vida, así sea híbrida, mutada o intervenida por el hombre. Mi idea es generar una mirada frente a la producción y el consumo, cómo para algunas personas hay cosas que dejaron de ser y se convierten en basura, y para otros son elementos que empiezan a tener nuevos usos. Con esto hablo también de una cultura de lo recursivo como un imaginario colectivo que nos integra. Lo que hago es exponer esos materiales que queden muy a la vista, que no tengan ningún tipo de proceso que modifique el material para que la gente los observe y se aproxime a otras formas de hacer y construir con lo que tiene a la mano que finalmente es lo que más me mueve aprovechar lo que me encuentro, buscarle usos a lo inservible, jugar con eso más allá de darle un sentido o una justificación por fuera del querer hacer.

I.O: ¿Qué ha influenciado su trabajo?

M.K: El hecho de no ser de Bogotá y reconocer en esta ciudad también un paisaje, en sus matices, en sus tramados periféricos, sus colores y todos los habitantes invisibles e inaudibles que contiene, revela mucho más allá de su funcionalidad eso me ha influenciado. Crecí cerca de lo rural, del agro y, bueno, algo que me ha influenciado mucho ha sido la música densa, muy urbana que me ha ayudado a no creer tanto y a abordar la ciudad de una manera más libre, sin tantos temores, como un territorio público pero lleno de contradicciones.

También me han influenciado amigos, conversaciones, lo que veo por ahí o las cosas absurdas que uno se imagina. Me han influenciado mucho artistas como Maurizio Cattelan, me gusta mucho el humor que maneja. Cuando hice mis perros me encontré con un artista que se llama Sandy Skoglund que hace montajes con perros, con gatos y fue una gran sorpresa que lo que uno ha hecho también lo haya hecho otra persona antes, claro, de una manera diferente, pero eso hace que uno tenga que buscar una negociación para que exista otra interpretación y eso también aporta mucho a la obra, se depura el concepto. Yo hablo de la calle y de algo mucho más precario: ella utiliza espacios más estilizados y recurre a otros materiales y formas de mostrar. También me ha influenciado Tara Donovan, ella hace unas construcciones con vasos desechables, me gusta mucho cómo se apropia de elementos cotidianos para simular espacios. Bueno, y de otros que me dejan pensando, que son muchos. La música también ha sido clave: me ha influenciado Merzbow, como deconstruye y compone con ruidos, no es métrico, va más allá, una banda francesa que se llama ClairObscur, “la casete noire”, que es re-experimental, muy extraña, que desde hace años no dejo de escuchar. También un proyecto que se llama Zev.

I.O: ¿Cuántas exposiciones ha tenido?

M.K: He tenido pocas. Una individual, como nueve colectivas y algunas en proyecto.

I.O: ¿Qué técnicas, medios o lenguajes trabaja?

M.K: He explorado varias y continúo haciéndolo: he escrito cosas y las he ilustrado; he hecho video, stop motion, fotografía, instalación, animación de objetos en vivo, pero con lo que me siento más cómodo es el ensamble y la construcción. Hay como un elemento unificador y es que siempre me ha gustado hacer puestas en escena a escala pequeña, que a veces me sirven para hacer posteriores montajes. Últimamente experimento con acción en vivo, lo cual implica siempre una relación cuerpo-espacio. Probando con esto llevo poco, en este momento estoy realizando un proyecto junto a un amigo que se llama Urbano precario ahí alterno lenguaje corporal, visual y sonoro, para mí resulta ambicioso y pese a los errores ha tenido acogida.

Creo que la técnica de construcción y los materiales que utilizo me facilita probar con otras técnicas y lenguajes; he visto cómo lo que fueron muñecos de 10 centímetros o menos sirvieron para hacer estructuras escala 1:1, o prótesis sobre mi cuerpo que me permitieron hacer otros montajes, gracias a que todo siempre lo dibujo visualizando ideas vagas que luego adquieren un volumen y luego hasta una temporalidad, movimiento y sonido en algunos casos.

I.O: A usted le ha interesado el manejo del espacio por su familiaridad con las instalaciones y sus estudios iniciales de arquitectura, así como el cuerpo…

M.K: Sí, siempre ha sido el contenedor de sucesos y acontecimientos. Me importa darle un ambiente, una atmosfera, incluir personajes, incluir elementos que recreen situaciones o que narren experiencias. También que le permita experimentar al espectador simular en el caso de montajes a escala. El cuerpo y no necesariamente humano es algo con lo que estoy experimentando, me interesa el cuerpo a diferentes escalas, la anatomía del cuerpo, me interesa el cuerpo desde el movimiento y su capacidad expresiva, que asuma diferentes personalidades, diferentes caracteres y hasta formas. El tamaño de estos cuerpos depende de los proyectos, para animaciones y fotografía me gusta trabajar con muñecos pequeños, para instalaciones sí trato de conservar la escala real. En algunas piezas escultóricas que he hecho trato de que tengan un formato fácil de transportar y de manejar. Para el futuro pienso trabajar con cosas muy grandes y acciones que incluyan accesorios que amplíen su visibilidad y cambien el sentido.

I.O: Usted ha mostrado su interés por las prótesis y las extensiones corporales ¿A qué se debe su interés por este tipo de problemas?

M.K: Porque en algunos casos los personajes que diseño los hago con vías a realizar ciertas acciones y me parece que las prótesis lo que hacen es ampliar las posibilidades visuales o funcionales del personaje. La intención de las prótesis es encontrar en un elemento externo al cuerpo algo que signifique o resalte.

I.O: ¿Qué opina de la curaduría?

M.K: En este momento los curadores en Colombia han propiciado muchos espacios para el arte joven. Para que esto continúe y se amplíen las posibilidades debe haber más curadores y artistas, no en igual proporción por supuesto; pero es necesario que se amplíe su número y la diversidad de criterios para que haya más proyectos curatoriales, más espacios de exhibición, más gestión, más apoyo para las propuestas alternativas, más apoyo y colaboración con la auto-gestión y general mas diversidad, incluyendo mayor diversidad de exhibiciones, de nuevas propuestas estéticas que siento aún están muy limitadas. Yo he tenido buenas experiencias con los curadores, porque me han permitido negociar mi trabajo sin perder demasiado. A veces mi estética es un poco sucia para lo que ellos quieren involucrar en un proyecto curatorial. Creo que son necesarios espacios en los que no necesariamente exista el espacio blanco impecable como contenedor. Las curadurías que están pendientes de los procesos me parecen importantes porque hay un dialogo que permite al curador no pasar por alto elementos que hacen parte del discurso de la obra. Pero bueno, eso es excepcional por lo general para los artistas jóvenes es presentarse a una convocatoria ser seleccionado por el curador, presentarse con la obra montarla según las necesidades y hasta luego.

I.O: ¿Qué opina del arte colombiano?

M.K: Continúa expandiéndose. Siento que el arte joven lo ha revitalizado, ha permitido una continuidad sin cortar con un pasado, poco a poco hay nuevos espacios, un poco mas de diversidad, un poco de cada cosa pero se necesita más apoyo, mas curadores, mas gestión, mas auto-gestión, se necesita más de todo. Creo que la diversidad de este momento posibilitara mayor número de propuestas diferentes para el futuro, ese es el proceso, un poco lento pero esas son las circunstancias, vamos lento pero bien, hay que seguir viendo cosas a ver qué viejo y nuevo se descubre.

I.O: ¿Qué artistas colombianos le interesan?

M.K: Me gustan los comienzos de Miguel Ángel Rojas, me gusta Bernardo Salcedo, las instalaciones de José Alejandro Restrepo. De artistas jóvenes me gusta mucho la obra de Carlos Bonil y algunos trabajos de Icaro Zorbar, algo de Juan Manuel Ramírez, con quien trabajo, y de un muchacho de Nariño que se llama Adrian Montenegro.

I.O: ¿Qué opina del mercado del arte?

M.K: Exige unas convenciones y ceñirse a ellas es limitar una más profunda experimentación y creo que el impulso de crear simplemente debe ser sin obstáculos ni antes ni después; eso lo considero necesario y con el mercado a veces se puede negociar otras veces no, para eso es necesario saber que no todo lo que uno hace debe apuntar a ese tipo de espacios hay otros que ofrecen otras posibilidades que facilitan mostrar obras que no pretenden ser comercializadas, o que su realización no fue pensada para tal fin . Igual creo que si las puertas se abren hay que aprovecharlas o por lo menos probar a ver qué pasa.

I.O: ¿Qué opina de las ferias de arte?

M.K: Los días de ArtBo y La Otra son el evento anual para el medio y por supuesto no todo lo que contienen es lo que se produce. Me parece bien Artecámara que es un proyecto apoyado por entidades en el que gente joven sin que esté respaldada por una galería puede mostrar. La Otra no la conozco muy bien, pero si anualmente hay un evento donde se le da mayor visibilidad al arte a nivel nacional e internacional, creo que se debería aprovechar mucho más y que estos dos grandes espacios contengan más proyectos que busquen visibilizar otras propuestas por fuera de galerías o con el apoyo de ellas y otras organizaciones.

 

 

 

 

 

 

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